Es conocida, por la gente cercana a mi entorno, mi afición desde hace años a la farmacopea natural en general, y más particularmente a la fitoterapia.
De hecho, no recuerdo la última vez que consumí un medicamento recetado por el doctor, y mi actual médico de familia todavía no me conoce. Como es de imaginar no puedo decir lo mismo del herbolario de mi barrio.
Esta afición, que viene dada por diferentes convicciones, no ha sido ni suele ser entendida, y de haberse confirmado los pronósticos de familiares, amigos y compañeros de trabajo, hace tiempo que estaría vagando por el “mundo de las energías sublimes”.
Sin ir más lejos, el año pasado, durante el Gassyuku celebrado en la playa de L’Ampolla (Tarragona), sufrí diversos cortes en las plantas de los pies, y uno más importante se infectó de forma considerable. Se me indicó la ingesta de antibióticos como “la única forma de que se cure y no vaya a más”. Como de costumbre, me aprovisioné de varias plantas recomendadas especialmente por una de mis profesoras, y tras realizar los baños siguiendo sus indicaciones la infección desapareció.
Por supuesto, no estoy en contra de los avances científicos, y tampoco considero que haya que prescindir de ellos, pero sí pienso que hay que fomentar la capacidad de autocuración del cuerpo de la forma menos invasiva posible, sin abusar ni anular la respuesta natural de nuestro organismo.
El conocimiento de estos procesos en el cuerpo, las formas de sanarlo y cuidarlo, y los elementos naturales a nuestro alcance para ayudar en el proceso, son elementos que caminan unidos, como no podía ser de otro modo, a los practicantes de Artes Marciales desde hace siglos.
En China, estos practicantes junto con los monjes, con los que se ha tenido una estrecha relación, tuvieron un importantísimo papel en el desarrollo de lo que hace escasas décadas se ha venido a llamar Medicina Tradicional China. El acceso a los médicos fue restrictivo en muchos casos para el pueblo llano, y diferentes factores, como podría ser simplemente la distancia y la vida en recónditos parajes, contribuyeron a la agudeza del ingenio y de los sentidos, aportando de este modo cada vez más conocimientos en materia médica. Es en este contexto cuando aparecen los famosos Doctor Campana, Ling Yi, conocidos por hacer sonar este utensilio a la llegada al pueblo, y que aportaban remedios de lo más variopinto a las diferentes dolencias.
Respecto al Karate, se sabe que libros como el Bubishi aportaban diferentes recetas, y el mismo Chooki Motobu recopilaba otras varias en su "Okinawa Kenpo Karate Jutsu". Sin ir más lejos, el fundador de nuestro estilo, el Gran Maestro Kanbun Uechi, era conocido por sus conocimientos de fitoterapia, y su Uechi Gusuri, la medicina de Uechi, obtendría cierta fama en Okinawa.
Con todo esto rondándome como siempre la cabeza, la petición de algún alumno y personas cercanas que no practican Karate, y la adquisición de un libro sobre Chao Wing Tak, de Hung Gar, que conseguí a través de Armando, me animé a buscar una formulación con dos plantas que no faltan en mi botiquín particular, con la idea de poder obtener un Dit Da Jow propio del Uechi-ryu Dojo Valencia, y con las características específicas que buscaba. Hoy el Dit Da Jow ya está preparado, y cualquier miembro puede solicitarlo en el Dojo.
Las plantas que he seleccionado de las muchas que podrían haber servido son:
- Árnica (Arnica montana), también conocida como tabaco de montaña porque así fue utilizada antaño, o estornudadera. Se encuentra en nuestro país principalmente en el Pirineo y áreas montañosas del norte peninsular, y está considerada dentro de la fitoterapia como el más potente antiinflamatorio externo. Por esto, es usado como remedio natural en el tratamiento eficaz de contusiones o golpes de diversa consideración, torceduras y esguinces, así como luxaciones, entre otras múltiples aplicaciones gracias a sus propiedades analgésicas, antiinflamatorias, cicatrizantes, antisépticas y antifúngicas. Su toxicidad es muy alta y por eso elegí el formato en crema para tratamiento externo.
- Harpagofito (Harpagophytum procumbens), o garra del diablo. Excelente en el tratamiento del dolor e inflamación articular, reumatismo, artrosis, contusiones, contracturas, algias, y otras de etiología interna pero que no forman parte del objetivo de nuestra crema. Sus propiedades se resumen en los términos analgésico, antiinflamatorio, antiespasmódico, febrífugo, hipoglucemiante, estimulante digestivo y colagogo.
Antes de finalizar esta entrada, agradecer a mi hermana Ana, experimentada farmacéutica, su siempre desinteresada ayuda. Sin ella no habría sido posible.
Os deseo un buen Kitae.
De hecho, no recuerdo la última vez que consumí un medicamento recetado por el doctor, y mi actual médico de familia todavía no me conoce. Como es de imaginar no puedo decir lo mismo del herbolario de mi barrio.
Esta afición, que viene dada por diferentes convicciones, no ha sido ni suele ser entendida, y de haberse confirmado los pronósticos de familiares, amigos y compañeros de trabajo, hace tiempo que estaría vagando por el “mundo de las energías sublimes”.
Sin ir más lejos, el año pasado, durante el Gassyuku celebrado en la playa de L’Ampolla (Tarragona), sufrí diversos cortes en las plantas de los pies, y uno más importante se infectó de forma considerable. Se me indicó la ingesta de antibióticos como “la única forma de que se cure y no vaya a más”. Como de costumbre, me aprovisioné de varias plantas recomendadas especialmente por una de mis profesoras, y tras realizar los baños siguiendo sus indicaciones la infección desapareció.
Por supuesto, no estoy en contra de los avances científicos, y tampoco considero que haya que prescindir de ellos, pero sí pienso que hay que fomentar la capacidad de autocuración del cuerpo de la forma menos invasiva posible, sin abusar ni anular la respuesta natural de nuestro organismo.
El conocimiento de estos procesos en el cuerpo, las formas de sanarlo y cuidarlo, y los elementos naturales a nuestro alcance para ayudar en el proceso, son elementos que caminan unidos, como no podía ser de otro modo, a los practicantes de Artes Marciales desde hace siglos.
En China, estos practicantes junto con los monjes, con los que se ha tenido una estrecha relación, tuvieron un importantísimo papel en el desarrollo de lo que hace escasas décadas se ha venido a llamar Medicina Tradicional China. El acceso a los médicos fue restrictivo en muchos casos para el pueblo llano, y diferentes factores, como podría ser simplemente la distancia y la vida en recónditos parajes, contribuyeron a la agudeza del ingenio y de los sentidos, aportando de este modo cada vez más conocimientos en materia médica. Es en este contexto cuando aparecen los famosos Doctor Campana, Ling Yi, conocidos por hacer sonar este utensilio a la llegada al pueblo, y que aportaban remedios de lo más variopinto a las diferentes dolencias.
Respecto al Karate, se sabe que libros como el Bubishi aportaban diferentes recetas, y el mismo Chooki Motobu recopilaba otras varias en su "Okinawa Kenpo Karate Jutsu". Sin ir más lejos, el fundador de nuestro estilo, el Gran Maestro Kanbun Uechi, era conocido por sus conocimientos de fitoterapia, y su Uechi Gusuri, la medicina de Uechi, obtendría cierta fama en Okinawa.
Con todo esto rondándome como siempre la cabeza, la petición de algún alumno y personas cercanas que no practican Karate, y la adquisición de un libro sobre Chao Wing Tak, de Hung Gar, que conseguí a través de Armando, me animé a buscar una formulación con dos plantas que no faltan en mi botiquín particular, con la idea de poder obtener un Dit Da Jow propio del Uechi-ryu Dojo Valencia, y con las características específicas que buscaba. Hoy el Dit Da Jow ya está preparado, y cualquier miembro puede solicitarlo en el Dojo.
Las plantas que he seleccionado de las muchas que podrían haber servido son:
- Árnica (Arnica montana), también conocida como tabaco de montaña porque así fue utilizada antaño, o estornudadera. Se encuentra en nuestro país principalmente en el Pirineo y áreas montañosas del norte peninsular, y está considerada dentro de la fitoterapia como el más potente antiinflamatorio externo. Por esto, es usado como remedio natural en el tratamiento eficaz de contusiones o golpes de diversa consideración, torceduras y esguinces, así como luxaciones, entre otras múltiples aplicaciones gracias a sus propiedades analgésicas, antiinflamatorias, cicatrizantes, antisépticas y antifúngicas. Su toxicidad es muy alta y por eso elegí el formato en crema para tratamiento externo.
- Harpagofito (Harpagophytum procumbens), o garra del diablo. Excelente en el tratamiento del dolor e inflamación articular, reumatismo, artrosis, contusiones, contracturas, algias, y otras de etiología interna pero que no forman parte del objetivo de nuestra crema. Sus propiedades se resumen en los términos analgésico, antiinflamatorio, antiespasmódico, febrífugo, hipoglucemiante, estimulante digestivo y colagogo.
Antes de finalizar esta entrada, agradecer a mi hermana Ana, experimentada farmacéutica, su siempre desinteresada ayuda. Sin ella no habría sido posible.
Os deseo un buen Kitae.