domingo, 27 de septiembre de 2009

Honbu Dojo 25/26-09-2009

Anoche llegábamos a casa después del viaje desde el Honbu Dojo, en Sant Boi del Llobregat (Bacelona) y, aunque tenía numerosos temas sobre los que escribir, no pude resistir la tentación de dedicarme al estudio del video del último Gassyuku, en Sagunto (Valencia), que había traído conmigo. Me había dicho Fito que, además de ser una edición muy buena, panorámica, con varias cámaras, y otros detalles, tenía la importancia de presentar un Bunkai superior de Kanshiwa, con aplicaciones de Nage Waza características del Uechi-ryu, en las que el conocimiento del Kyusho suele tener una especial relevancia. Después de ver el video, he de decir que no se había equivocado lo más mínimo, y que el Maestro Kuno ha dejado, para todos los miembros de la Asociación que lo sepan apreciar, un auténtico tesoro, una pieza importantísima que guardaré con celo.

Ahora durante la tarde, antes de seguir con los estudios que he dejado aparcados estos dos días, creo que es buen momento para intentar analizar y plasmar en el Blog todo lo vivido.

El viernes llegábamos al Honbu Dojo con tiempo todavía para asistir a la clase infantil, donde Fumito Kuno Sempai dirigía Kotegitae, con la asistencia de Adolfo Sánchez y algunos alumnos de Lleida. Posteriormente, y ya con Kuno Shihan en la clase, pudimos testar Sanchin y dirigir algún Kata en grupo para, más tarde, corregir de forma individualizada a cada uno de los pequeños Karatekas, y a otros no tan pequeños. Pese a las cortas edades de los Karatekas infantiles, no es difícil apreciar muy buenos detalles, que muestran la importancia de recibir una enseñanza de calidad desde el primer día en un Dojo tradicional.

Finalizada la clase infantil, iniciamos el entrenamiento de adultos, donde fue una suerte contar con la pequeña delegación de La Pobla de Segur, Lleida, además de los ya habituales miembros del Honbu Dojo.

Paquita Ferrer Sempai dirigió la primera parte de la clase donde se practicó Qigong, con la finalidad de acumular energía en el Tandem, y seguidamente una intensa media hora, aproximadamente, de Kotegitae.

El Maestro Kuno dirigió la práctica de Sanchin, y Sanchin Shime, y más tarde de Kata, donde demostró entre otros detalles la correcta forma de cerrar al inicio en similitud a la forma Sanchin. Además, pudimos trabajar Ippon Kumite, con respuesta libre, y poner en práctica el amplio arsenal y repertorio técnico de nuestro estilo.

Al termino de la sesión, se improvisó una cena en el Restaurante Chino cercano al Dojo y nos despedimos de gran parte del grupo hasta otra ocasión, entre ellos el grupo del Dojo La Pobla que, como le repetí a Fito también en esta ocasión, sirven de ejemplo por su espíritu y motivación. Nunca hay una excusa o un paso atrás en la práctica, cuando hay un descanso siempre piden más, podrían estar entrenando a todas horas, y tengo constancia directa, son ellos los que piden y tienen la iniciativa, y eso en los tiempos que corren para el Karate, no es fácil de encontrar. Seguro que su Instructor ha tenido mucho que ver como espejo donde mirarse, y ahora se puede apreciar fácilmente el resultado de la práctica de un Uechi-ryu puro, sin “aditivos”, pues no hay más que observar el Sanchin de los “pequeñines”. Además, he de decir que su Sempai Iván me tiene comprado para muchos años con la miel de flores de montaña, cosecha propia, que me ha regalado, y con la que ya he mantenido una conversación en ayunas esta mañana, por lo que en ese aspecto, y por lo que disfruté de mi estancia con ellos en Els Pallars Jussà, me resulta difícil ser imparcial con este grupo.

El sábado por la mañana, Paquita, Fito y yo, fuimos la parte implicada en la gran suerte de ser corregidos de forma individual y pormenorizada por el Maestro Kuno. Seguro que ellos, como yo, son conscientes de que se trata de un regalo tal, que no sabría ponerle precio.

El Maestro centró la enseñanza en primer lugar, y como no podía ser de otra forma, en Sanchin. Los pies, las rodillas, la cadera, los codos, las muñecas, los antebrazos, la respiración, el Nuki..., materia para trabajar durante toda la vida. Seguidamente, Kata de nuestro estilo y línea hasta Kanshu, donde indicó también las diferentes correcciones en las cuales una simple variación en el ángulo, o recorrido de la ejecución, marca la diferencia de lo efectivo a la ineficacia. Del mismo modo, muchas carencias han de buscarse en la ejecución de Sanchin, ya que su mejoría, como elemento básico y pilar del estilo, repercute en la ejecución del Kata.

Todo es importante para no desvirtuar la línea, y el Maestro Kuno corrigió hasta la pronunciación y tiempos verbales de los términos japoneses, como dice en su página web, a veces hasta una simple pronunciación no suele ser correcta.

Como final, Paquita me instruyó, siguiendo las indicaciones del Maestro, sobre Sandailui, Tora no Kata (Kata de Tigre), que correspondía al nivel recientemente adquirido. No hay la menor duda que sus combinaciones de fuerza y velocidad, sus defensas circulares combinadas con ataques directos, su particularidad de aunar dureza y suavidad, las defensas activando las dos manos y una pierna, y su característico Kakushi, me tendrán ocupado durantes mucho, mucho tiempo.

Asimilando todavía las sorpresas nos dirigimos a comer cerca del Dojo donde, durante la conversación, quedaron claros aspectos relativos a la línea de Osaka, donde Kanbun Uechi Shihan llevó a cabo su enseñanza, otros datos sobre Shubukai y nuestro linaje, Uechi-ryu Shubukai Internacional Kuno Ha, y otras enseñanzas orales, donde incluso se habló de la posibilidad de obtener la famosa Uechi Gusuri, la medicina de Uechi, en la próxima expedición a Okinawa. No obstante, de momento, y como hablé esta semana con Julio M., nuestro Shibu Dojo deberá conformarse con los Dit Da Jow que estoy preparando.

Todo ha formado parte, como siempre, de una enriquecedora enseñanza. Ahora es responsabilidad trabajar y entrenar duro para asimilar cada detalle.

Mientras, Doumo arigatou godzaimashita.

miércoles, 23 de septiembre de 2009

Fin del ayuno

Ayer por la tarde finalizaba el ayuno y lo celebraba en el “Valencia Orient” de nuestro amigo Lichi, un lugar único donde probar una saludable fusión de la cocina asiática y mediterránea.
Posteriormente, dedicaría el entrenamiento exclusivamente a la práctica de Sanchin con los Sashi que me regaló mi padre, y que por cierto, aunque están hechos a su tamaño, está claro que no pensaba usarlos él.

Cada ayuno, como dije, se desarrolla y percibe diferente, pero en éste me he sentido especialmente fuerte a su fin. No obstante, el lunes, aunque también fue mas llevadero que en otras ocasiones, no dejé de sentir los síntomas habituales del cuerpo avisando que algo en la rutina había variado, preparándose para lo que pudiera venir, y poniendo en marcha los mecanismos de depuración y eliminación. Por lo general, el cese en la ingesta de alimentos dispara diferentes mecanismos de alarma, pero en mi caso concreto creo que debo añadir la pena de no compartir unos minutos, dos veces al día, con mi amiga la taza de café.

Dedicamos la clase del lunes en el Shibu Dojo a Kanshiwa Bunkai, que estuvo precedido, como siempre, por un importante trabajo físico, esta vez aplicando resistencias y/o apoyos con compañero, Kote Gitae, y Sanchin. Y como cada ayuno, todo transcurrió con normalidad, tanto Javi, que me acompañó también esta vez en mi aventura, como yo, finalizamos mejor que habíamos empezado.
Creo que se demuestra año tras año, a pesar de algunos incrédulos cercanos, que el cuerpo tiene aguante y límites que desconocemos, y que su conocimiento, aunque deba hacerse de modo escalonado, permite avanzar en la práctica del Karate. Recuerdo como si fuera hoy las arengas en los entrenamientos de mis primeros ayunos, en los que escuchaba en repetidas ocasiones: “un poco más, un poco más” o “no pasa nada, no mueres”.

Con energías renovadas espero impaciente el viaje y entrenamiento de este fin de semana en el Honbu Dojo, se ha hecho largo el estío en este sentido, pero como en los ayunos, lo mejor te espera al final.

viernes, 18 de septiembre de 2009

Ayuno

Desde hace aproximadamente una década, practico una o dos veces al año un pequeño ayuno de dos días en los que no ingiero más alimento que el agua.

Ahora, y aprovechando el cambio de estación al otoño, considero que es el momento propicio para esta práctica, que llevo a cabo siempre en estas fechas y en primavera, por lo que el domingo, bien entrada la tarde, dejaré de consumir alimentos hasta la tarde del martes.

Estos ayunos, que inicié y mantengo desde la práctica en los Shyochugeiko de la Asociación Goju-ryu Karate-do en España, dirigidos por el Maestro Yosuke Yamashita, tienen varios objetivos. Por una parte, dar al organismo un descanso y ayudar a su depuración, regeneración y renovación, lo que se percibe, finalizada su práctica, como una agradable sensación de vitalidad y de energías renovadas.

Por otro lado, el cese voluntario de la ingesta de alimentos, pone a prueba el espíritu y aguante del practicante, lo que permite aproximarse al auto-conocimiento, convirtiéndose, en alguna ocasión, en una dura prueba. De este modo, el tiempo de ayuno facilita la meditación e introspección, permitiendo sentir aspectos sutiles de la práctica del Karate, dirigiéndola, así, más allá de la técnica.

Durante el ayuno, se tiene tiempo suficiente de pensar y desacelerar el ritmo “normal” al que nos hemos acostumbrado, aún cuando se sigue trabajando y practicando como cualquier otro día, acabando por convertirse siempre en alguna enseñanza.

El domingo acudiré puntual a mi cita con el ayuno. De aquello que descubra contaré lo que se pueda. En este, como en la mayoría de casos, cada uno ha de encontrar su propia enseñanza.

Parafraseando a Joaquín Sabina, “tenemos el lujo de no tener hambre”, al menos esta no deberíamos olvidarla.

jueves, 10 de septiembre de 2009

Destensando el arco.

Hoy he vuelto a pasar la tarde en el China Town, concretamente en la parte de calle Pelayo. Vaya cuantas veces sea, siempre acabo recordando la visita a Kobe en el último Gassyuku de Japón, aunque allí parece estar pensado para las visitas y venta al público de sus productos, y aquí todavía conserva el encanto de las películas que me gustaba ver de niño, sintiendo, nada más girar en calle Xátiva para adentrarse en la zona, que uno ha viajado en el espacio y el tiempo.

Esta vez, aunque también me acompañaba Jinhai, no hemos ido a deleitarnos con la exquisita gastronomía de Fujien en el “Min Dou”, si no para recibir un excelente masaje Tuina en la trastienda de un local cercano.

A estas alturas de “la pretemporada” mi cuerpo empezaba a pedírmelo y, aunque en algunos momentos hubiera preferido un Kote Gitae con Mokujin, he salido nuevo. Las manos de la terapeuta, y los ungüentos de hierbas que me ha aplicado poco antes de finalizar, me han dejado perfectamente preparado para continuar con las arduas sesiones de preparación de este mes.

Pienso sinceramente que en el entrenamiento, como en la vida, uno debe buscar el camino medio, y suelo poner, cuando hablo de ello, el conocido ejemplo del arco: si lo tensamos hasta su punto máximo terminaremos por romper la cuerda, y si por el contrario carece de la tensión necesaria no podremos darle utilidad.

Mañana, como cada día, acudiré temprano al parque. Alternando plenitud y vacío, tensión y relajación, tratando de hacer funcional mi arco.