
Esta vez, aunque también me acompañaba Jinhai, no hemos ido a deleitarnos con la exquisita gastronomía de Fujien en el “Min Dou”, si no para recibir un excelente masaje Tuina en la trastienda de un local cercano.
A estas alturas de “la pretemporada” mi cuerpo empezaba a pedírmelo y, aunque en algunos momentos hubiera preferido un Kote Gitae con Mokujin, he salido nuevo. Las manos de la terapeuta, y los ungüentos de hierbas que me ha aplicado poco antes de finalizar, me han dejado perfectamente preparado para continuar con las arduas sesiones de preparación de este mes.
Pienso sinceramente que en el entrenamiento, como en la vida, uno debe buscar el camino medio, y suelo poner, cuando hablo de ello, el conocido ejemplo del arco: si lo tensamos hasta su punto máximo terminaremos por romper la cuerda, y si por el contrario carece de la tensión necesaria no podremos darle utilidad.
Mañana, como cada día, acudiré temprano al parque. Alternando plenitud y vacío, tensión y relajación, tratando de hacer funcional mi arco.