Ayer por la tarde finalizaba el ayuno y lo celebraba en el “Valencia Orient” de nuestro amigo Lichi, un lugar único donde probar una saludable fusión de la cocina asiática y mediterránea.
Posteriormente, dedicaría el entrenamiento exclusivamente a la práctica de Sanchin con los Sashi que me regaló mi padre, y que por cierto, aunque están hechos a su tamaño, está claro que no pensaba usarlos él.
Cada ayuno, como dije, se desarrolla y percibe diferente, pero en éste me he sentido especialmente fuerte a su fin. No obstante, el lunes, aunque también fue mas llevadero que en otras ocasiones, no dejé de sentir los síntomas habituales del cuerpo avisando que algo en la rutina había variado, preparándose para lo que pudiera venir, y poniendo en marcha los mecanismos de depuración y eliminación. Por lo general, el cese en la ingesta de alimentos dispara diferentes mecanismos de alarma, pero en mi caso concreto creo que debo añadir la pena de no compartir unos minutos, dos veces al día, con mi amiga la taza de café.
Dedicamos la clase del lunes en el Shibu Dojo a Kanshiwa Bunkai, que estuvo precedido, como siempre, por un importante trabajo físico, esta vez aplicando resistencias y/o apoyos con compañero, Kote Gitae, y Sanchin. Y como cada ayuno, todo transcurrió con normalidad, tanto Javi, que me acompañó también esta vez en mi aventura, como yo, finalizamos mejor que habíamos empezado.
Cada ayuno, como dije, se desarrolla y percibe diferente, pero en éste me he sentido especialmente fuerte a su fin. No obstante, el lunes, aunque también fue mas llevadero que en otras ocasiones, no dejé de sentir los síntomas habituales del cuerpo avisando que algo en la rutina había variado, preparándose para lo que pudiera venir, y poniendo en marcha los mecanismos de depuración y eliminación. Por lo general, el cese en la ingesta de alimentos dispara diferentes mecanismos de alarma, pero en mi caso concreto creo que debo añadir la pena de no compartir unos minutos, dos veces al día, con mi amiga la taza de café.
Dedicamos la clase del lunes en el Shibu Dojo a Kanshiwa Bunkai, que estuvo precedido, como siempre, por un importante trabajo físico, esta vez aplicando resistencias y/o apoyos con compañero, Kote Gitae, y Sanchin. Y como cada ayuno, todo transcurrió con normalidad, tanto Javi, que me acompañó también esta vez en mi aventura, como yo, finalizamos mejor que habíamos empezado.
Creo que se demuestra año tras año, a pesar de algunos incrédulos cercanos, que el cuerpo tiene aguante y límites que desconocemos, y que su conocimiento, aunque deba hacerse de modo escalonado, permite avanzar en la práctica del Karate. Recuerdo como si fuera hoy las arengas en los entrenamientos de mis primeros ayunos, en los que escuchaba en repetidas ocasiones: “un poco más, un poco más” o “no pasa nada, no mueres”.
Con energías renovadas espero impaciente el viaje y entrenamiento de este fin de semana en el Honbu Dojo, se ha hecho largo el estío en este sentido, pero como en los ayunos, lo mejor te espera al final.
Con energías renovadas espero impaciente el viaje y entrenamiento de este fin de semana en el Honbu Dojo, se ha hecho largo el estío en este sentido, pero como en los ayunos, lo mejor te espera al final.