domingo, 31 de octubre de 2010

La reputación de un médico

Estaba pensando en la dificultad con que me encontraba durante mis primeros pasos en el Karate, hace poco más de veinte años, para encontrar material gráfico. Ahora, especialmente con Internet, eso ha cambiado por completo.

Aún así, y no sé si es que el bombardeo de información e imágenes nos hace difícilmente impresionables, me cuesta encontrar algo que realmente me haga creer que ha valido la pena perder el tiempo.

Cada vez, encuentro menos apasionante la lectura de los libros que ofrece la amplia oferta existente, y recuerdo las palabras de un amigo cuando me decía, durante mi etapa competitiva, que él no leía nada sobre Karate. Consideraba suficiente lo que le enseñaba su maestro, y estaba fuertemente convencido de que la práctica era precisamente eso, práctica.

Ahora, cuando veo multitud de videos de "afamados maestros", y una emergente cantidad, todavía mayor, de entusiastas que buscan el verdadero Karate en la red, y donde Youtube se ha convertido en un lugar de culto, empiezo a pensar que tal vez mi amigo no andaba muy desencaminado.

Considero fundamental la enseñanza directa de un verdadero maestro, seguramente hay ciencias en este mundo que se pueden aprender de forma autodidacta, pero investigando unas pocas horas semanales no creo que el Karate forme parte de ellas. Tal vez, aunque yo no lo creo, observar a “famosos maestros” en un video, casi siempre promocional, pueda arrojar algo de luz en ciertos aspectos, pero cada vez encuentro esta idea más descabellada.

Observo multitud de páginas web con practicantes, seguramente sinceros, que dicen conocer los secretos del Bunkai, pero no encuentro, por más que busco, su verdadero linaje. En muchas ocasiones, denominar a sus mentores maestros podría ser exagerado. Encuentro, en multitud de sus aplicaciones, pegotes disfrazados de Tegumi, y aunque no discuto su efectividad, sí discrepo en que esas técnicas, que aprendieron como lo hice yo, hace mucho, de un Gokyo de Jujutsu, sean las verdaderas y reales posibilidades de aplicación que ofrece un determinado Kata. Continuamente me hago algunas preguntas: si el ejecutor en cuestión, aprendió las técnicas que conoce visitando algunos Dojo de Jujutsu, carece de linaje, seguramente aprendió (o memorizó) la secuencia de movimientos de un Kata en sus fugaces visitas a Dojo abiertos a extranjeros en Okinawa (donde el espíritu americano parece haber contagiado a los practicantes actuales), y después de todo este bagaje crea un batiburrillo atractivo, seguramente también eficaz,... ¿realmente se encuentra en posición de afirmar que conoce el verdadero Karate, que su sistema es auténtico?, ¿son los maestros mediáticos, incluso los Japoneses, los verdaderos maestros?, yo no tengo duda, pero además, pensando sobre esto, he conocido recientemente un cuento sobre Medicina China que podría ser extrapolable, al menos en mi opinión, a este respecto:

LA REPUTACIÓN DE UN MÉDICO.

Cuenta la historia, que un noble de la antigua China se decidió a preguntar a su médico, perteneciente a un lejano linaje de sanadores, cual de sus familiares era el mejor en el arte de curar.

El médico, cuya reputación era tan grande que su nombre equivalía a la mismísima “ciencia médica” le respondió.

“Mi hermano mayor es capaz de ver el espíritu de la enfermedad y acabar con él antes de que cobre forma, así, de esta manera, su reputación no alcanza más allá de la puerta de su casa”.

“El segundo de mis hermanos ataja la enfermedad cuando todavía es muy leve, así que su nombre no es conocido más allá del vecindario”.

“En cuanto a mí, perforo venas, receto pociones y ungüentos, masajeo la piel y recoloco los huesos de manera que, de vez en cuando, mi nombre llega a oídos de los nobles.”