domingo, 21 de marzo de 2010

Honbu Dojo 19/20-03-2010

El viernes llegábamos al Honbu Dojo tras haber tenido la lluvia como inseparable compañera de camino.

Una vez en el Dojo tuve la oportunidad, antes de la clase, de poder comentar y preguntar a Kuno Shihan diferentes dudas que se me planteaban durante la práctica, en algunas, también para cerciorarme que los entrenamientos en el Shibu Dojo llevan la línea correcta.

Ya en clase, y después de un activo calentamiento para activar y flexibilizar los principales grupos musculares, que finalizó con ejercicios de Kote Gitae en desplazamiento, y que dirigió Mª Ángeles como Senpai, el Maestro Kuno basó la segunda parte de la clase, tras la ejecución de Sanchin, en la práctica de encadenamientos técnicos, trabajados con compañero y ayudados por los sacos individuales.

Los dos ejercicios propuestos partían de Keri Waza y finalizaban de forma distinta. En los mismos, el Maestro facilitó detalles importantes para lograr la conexión de la energía en el impacto, basados en la colocación del cuerpo, la posición de partida, distancia, e ”impulso” en la técnica. Como siempre pequeños detalles, o erróneos movimientos superfluos, definen el límite entre lo útil y lo ineficaz.

Como final de sesión realizamos Kata hasta Kanchin, según niveles, y después de la clase pude corregir todavía algún importantísimo detalle técnico gracias a las indicaciones de Kuno Shihan. Me suele pasar, que cuando llevo mucho tiempo dándole vueltas a algo, ya sea un pasaje de un Kata, o una ejecución en la que no me acabo de sentir cómodo, el Maestro realiza algún apunte o indicación que convierte lo turbio en cristalino. Ahora solo es cuestión de practicar para asimilar bien la técnica y que acabe resultando natural, sin tener que pensarlo.

Finalizamos el día en una amena cena en el restaurante chino cercano, uno de los lugares clásicos en las visitas a Honbu Dojo, y nos despedimos hasta el día siguente.

El sábado por la mañana se convertiría en uno de esos días especiales, que se quedan marcados en la memoria, y que seguro no olvidaré durante los futuros años que me quedan de práctica.

Iniciamos la sesión con la habitual corrección de Sanchin de forma individual, todo un lujo como no me canso de repetir, y que ya he comentado en anteriores entradas. De esta, como siempre, extraigo importantísimas conclusiones para la práctica y ahora la responsabilidad está en llegar a dominar con el cuerpo lo que creo que ha entendido la mente.

Cualquiera que practique Uechi-ryu sabe bien que esta es una de las dificultades con las que nos encontramos continuamente, y que hay aspectos que se escapan, o que parecen pertenecer a “otra dimensión”, y que la práctica, el estudio y la repetición crítica son el único método para llegar a ese dominio. Activar partes del cuerpo que se encontraban dormidas, dar volumen, amplitud y viscosidad a la posición aumentando la gravedad, provocar continuos “Big Bang” en nuestros “pequeños universos” gracias a las contracciones cortas, llegar a sentir el flujo externo de energía gracias a los estímulos de Shihan y, finalmente, llegar al dominio de este Qi Gong de forma interna, estos y otros muchos aspectos marcan la diferencia del Sanchin de Uechi de otros meramente gimnásticos.

Tras realizar varias veces Sanchin, y habiendo apuntado mentalmente “los deberes”, tuve la suerte de iniciarme en algunas ejecuciones avanzadas y en sus Bunkai que, como citaba al principio, hicieron que todavía hoy me encuentre impresionado. No tengo la menor duda de que el verdadero Uechi-ryu es un legado original, que nos llega directamente de los grandes maestros del pasado y que, como he pensado siempre, está muy alejado de representaciones mediáticas, de cualquier otro material comercial, y que no conoce otra transmisión más que la de maestro-discípulo. Por esto, la búsqueda de un verdadero linaje se convierte en algo fundamental.

Siempre me he referido al momento en que descubrí a Kuno Shihan del mismo modo: “Nunca había visto nada igual”. Hoy, unos años después, seguiría usando esas mismas palabras, me resulta muy difícil explicar lo que veo y como lo siento.

Finalizado el entrenamiento, y todavía pensando en la forma de enfocar mi práctica personal para poder asimilar los contenidos, acudimos a comer a otro de los restaurantes conocidos del municipio y nos despedimos hasta la siguiente ocasión.

Podría escribir líneas de cada minuto, por suerte todavía tengo buena memoria, pero el tiempo es un bien muy limitado y además, como digo siempre, para hablar de Uechi-ryu lo mejor es el Dojo.


En la imagen superior: Junto a Masato Kuno Senpai, en uno de los seminarios impartidos por Yasushi Kuno Shihan en Madrid, 2007.