El pasado viernes finalizaba la última clase en el XL Curso básico de Policías Locales del IVASPE. Como también comenté a los alumnos, he de reconocer que incluso yo me sorprendí del extraordinario desarrollo técnico que mostraron durante los exámenes. Vi cumplidos los objetivos que me había propuesto al inicio del curso, y es por esto que no puedo encontrar pega en lo acontecido durante estos meses.
Entre los alumnos me he encontrado agentes de Godella, Rojales, San Fulgencio, La Pobla Llarga, Betxí, Pilar de la Horadada, Los Montesinos, Daya Nueva, y Valencia; y creo que he tenido suerte al encontrar un grupo con predisposición a la práctica, que se han tomado en serio una asignatura otras veces olvidada, y que la posibilidad de práctica en el gimnasio del Instituto fuera de los horarios de clase formal ha contribuido a que, incluso aquellos que empezaron con un nivel más bajo, hayan rendido lo requerido para superar la evaluación.
Estoy feliz de pertenecer al grupo de profesores especialistas en esta materia, no solo por la posibilidad de hacer aquello que me agrada, sino también por la buena predisposición de la academia en la consecución de una enseñanza de calidad, para lo cual las opiniones y puntualizaciones del personal docente se están teniendo muy en cuenta.
Por otra parte preparo una nueva visita a Honbu Dojo y planeo el resto de temporada con los escasos pero motivados alumnos del Shibu Dojo. Dentro de los planes el entrenamiento benéfico de este año, con un enfoque diferente pero que de igual modo invertirá todos los beneficios en una buena causa. Como anticipo, las palabras de Paulo Cohelo: “Un guerrero de la luz presta atención a los ojos de un niño. Porque ellos saben ver el mundo sin amargura. Cuando él desea saber si la persona que está a su lado es digna de confianza, procura verla como lo haría un niño.”