Ayer, antes de celebrar la primera luna de primavera, asistí como cada semana a las clases prácticas de
Tuina y Quiropraxia china.
Como en otras ocasiones, nuestro experimentado profesor, que además es un ferviente practicante de artes marciales, hizo pasar a un paciente real para las manipulaciones. Esta vez se trataba de un practicante chino de Kung Fu. Tras las manipulaciones osteopáticas, y mostrando los callos que lucía en Tiantu y Baihui, fruto de las exhibiciones que realiza, apuntaba que los practicantes de esta conocidísima escuela solían lesionarse durante las mismas.
Mientras pensaba en las exhibiciones de forma general, y de un modo más concreto las que se suelen realizar dentro de nuestro estilo, que además son famosas, se me han ocurrido varias ideas para exponer en el blog.
Es sabido que no soy muy amigo de exhibiciones o proezas circenses y que, aún cuando veo un duro practicante hacer astillas un bate de béisbol, no me producen demasiada impresión, pero esto, como todo, tiene una explicación.
Entiendo el uso de las exhibiciones como un método más de difusión del estilo, de hacerlo llamativo para futuros practicantes, pero pienso que, en el fondo, no dejan de ser una mera herramienta de marketing a la vista de neófitos, y que demostrar, a mi juicio, se demuestra bien poco ante unos ojos experimentados.
Varias tablas de madera rígida, completamente estáticas y sujetas, todo el tiempo del mundo para prepararse y un único golpe, descargando toda la energía sin miedo a contra alguna. No me importa si la técnica empleada es Daiken o Kakushi, la información que recibo después de una exhibición como esta es que el practicante tiene acondicionada la zona de golpeo, pero tener las armas no significa saber usarlas en combate. He visto con mis ojos más de una vez realizar proezas de este tipo a personas que nunca practicaron Karate.
En el mismo grupo que el Tameshiwari, patadas a 180º, o ejecuciones técnicas de Kata con movimientos de una velocidad endiablada, pero que aprovechan los pasos “de tránsito” para recuperar energía, y practicantes que llegan a estar segundos estáticos entre un encadenamiento y otro para poder ejecutar con velocidad la siguiente técnica. Esta oportunidad de preparación es irreal. En el combate todo está en movimiento, no importa lo duro que sea el rival si no se mueve, y no es lo mismo disparar a una diana que a un pato en vuelo.
El momento oportuno es fundamental, no solo para acertar a un blanco cambiante y móvil, si no para acertar con plena potencia cuando el rival es un avezado practicante, muchas veces un experto en anticipación, y que espera el mínimo pestañeo para frustrar tus intenciones con un duro disparo, entrando al contacto como un Kamikaze. En estos momentos, no todos los que rompen un ladrillo utilizando Boshiken, entran con el mismo espíritu al ataque.
No hay que confundir los medios, las herramientas de práctica, y por qué no de difusión, con los objetivos finales de la práctica. Y no hay que permitir al ego distorsionar la realidad y confundir el rumbo, estos alardes son humo.
Tener un arma sin saber dispararla sirve de poco, como de poco serviría saber disparar pero no tener el arma. Qué medios o estilos de combate son mejor o peor entran dentro de las conversaciones de niños. Otros aspectos y no solo tener “las armas” deciden el encuentro, y esto lo sabe cualquiera con un poco de calle. No lo pone en los libros ni lo enseña una madera.